sábado, 15 de marzo de 2014

LAS VIOLACIONES OCULTAS DE "LA PLATA LLEGA SOLA" (Testimonios de apristas)

Escandalizado por lo que sostienen estos apristas que han decidido, por fin, denunciar al ego colosal que SOSTIENE que la plata llega sola, consigno estos dos testimonios extremadamente reveladores de un sujeto que hundio al pais ECONÓMICA y moralmente. lea y difunda





Augusto Valqui Malpica

Regresaste al Perú a fines de los años setenta sin haber concluido ningún estudio universitario. Tuviste la fraternidad del viejo Armando Villanueva del Campo que, amigo de tu padre, te encumbró en la Secretaría de Organización del Partido Aprista sin haber tenido la experiencia de desempeñar un cargo de dirigente de nuestra organización.

Fuiste muy hábil en tu estrategia para destruir primero a los viejos del APRA. Sin ningún respeto, sobrepasaste con demagogia y mentiras a los jerarcas del Partido que eran, por decir lo menos, los viejos ingenuos ante tu taimada personalidad. Lograste con compañeros como el chino Venero, Kitasono, Mantilla –traicionado por ti ahora– y otros apristas de Trujillo como Angelats, avanzar en tu farsa de transformación del país.

Con un grupo de apristas intelectuales de San Marcos y Villarreal y apristas empresarios como yo –que caímos en tu trampa– te apoyamos para que seas Secretario General del Partido, inclusive económicamente. Creímos  que eras la esperanza y eras la bandera de la revolución democrática que nuestro Perú necesitaba.

Nadie te midió. Nadie dudó del encargo de Armando. Venías con la bendición de la izquierda responsable, la que nos hizo desechar injustamente la opción aprista y decente de un señor con mayúsculas al que no le llegabas a los talones.

Creí en Jesús Guzmán Gallardo –tan ingenuo como yo– frente a un taimado como tú que no tenía tiempo para pensar en los valores que representaba nuestra organización. Éramos muchos ingenuos los que veíamos en ti a un hombre pobre, que con sacrificio había estudiado algo de Derecho en San Marcos.

No ponderamos las quejas de Luis Heysen Incháustegui, cuando arremetiste y violaste a su hija. No supimos entender las palabras de Jorge Lozada Stambury en un caso parecido. Menos aún, entendimos el extraño poder político que ostentaba el aprista chalaco Raúl Vizcardo, que tuvo la indignidad de callar por ambiciones politiqueras personales el incidente en el cual asaltaste malamente a su hermana. Luego entendimos y conocimos las razones. No mencionaré dos o tres casos adicionales que demuestran tu terrible irresponsabilidad como hombre. No lo eres. Eres simplemente un taimado cobarde, que entró en nuestra Casa del Pueblo para arremeter contra nuestro templo.

Te sabías y sabíamos de tus condiciones de salud mental. De otra manera no hubieras llegado dónde estás. Tenías que tomar cuatro o cinco pastillas diarias para estabilizar tu desequilibrado ser. Lo requerías. Callamos lealmente.

Nunca entendimos el casi desprecio por el señor García. Así llamabas al compañero Carlos García Ronceros, tu padre. Siempre lo despreciaste por su honor y la limpieza que trataba de inculcarte. No soportaste el que sea un hombre cuya decencia iba por delante; lo repudiaste porque no te dio los bienes materiales que hubieras querido tener. Hoy, cosas de la vida, lo material mal habido te sobra.

Fuiste cruel con tu hermano Carlos. Dios te lo quitó. Ahora te jactas en tus bravatas publicas que no tienes hermanos. Nunca lo dejaste entrar en Palacio. Eso me consta y nos consta a los apristas. Tu naturaleza humana pervertida nunca te permitió ver al inteligente y bueno que fue Carlos García Pérez. Rindo homenaje al ser increíblemente noble que fue Carlos, que unos meses antes de morir, conversando en su departamento de Magdalena, me dijo “Búfalo: Hay que defender a Alan contra lo que trama Jorge del Castillo”. La traición. Siempre me preguntaré como dos hermanos pudieron ser tan, pero tan diferentes. Nunca lo entenderé. Hoy con el tío George estas más que unido, aunque aparentes distancia. Ustedes dos se conocen sus secretos. Ésa es la verdadera razón de una alianza de delincuentes políticos.

Pero –ya ves Alan– el dinero no sirve para nada. Los mítines que organizas no son apristas; son simplemente expresión del corrupto y venal alanismo.

Aunque Del Castillo meta los sucios dineros robados a lo largo de su “carrera” política, y aunque tú también inyectes los billetes con los que el imperio y la derecha te compraron, debes saber que los apristas lucharemos para acabar con ustedes dos. Formen su partido político de extrema derecha, como lo califica Juan Sheput el asesor de Toledo, y como lo reconoce Lourdes Flores, otrora representante de lo que tú ahora te jactas de ser: ser el líder de la plutocracia. Tienes todo el derecho de serlo y defender tus intereses económicos y promover a tu perro del hortelano, pero no tienes ningún derecho a seguir en el corazón del pueblo aprista. Eso se terminó. Quiero que lo entiendas muy bien. Los apristas que creímos en ti, queremos que dejes el aprismo, que no te resistas. Será peor. Gastarás mucho dinero en alquilar clientelajes. La señorita Kouri te apoyará en interesado romance pasajero, pero tú, Alan García Pérez, ya no estás en el corazón del pueblo aprista.

Desde el aprismo puro y sincero,

Augusto Valqui Malpica

Lima, 24 de febrero de 2014




Alan dando lecciones sobre hijos no reconocidos a Sergio Tejada? - El hijo procreado en Puno y no reconocido por García Pérez, el terror de los hogares apristas provincianos.- En plena campaña electoral, hace más de treinta años, el maníaco-depresivo García mancilló el hogar del viejo aprista puneño Víctor Urviola.- Violó a jovencita que era el “ángel protector” del en ese entonces septuagenario dirigente

Escribe: César Vásquez Bazán


Uno de los rasgos más destacados de la fraternidad aprista provinciana es el recibir en el hogar familiar, como verdaderos hermanos, a los dirigentes del PAP que viajan al interior del país en misión partidaria. Innumerables militantes del PAP –incluido quien escribe estas líneas– podemos dar fe de los cuidados y atenciones de los apristas provincianos cuando llegaba a su ciudad algún aprista enviado en misión partidaria por el Jefe, por el CEN o, por algún organismo nacional como la Comisión de Plan de Gobierno (CONAPLAN). Los desvelos de los apristas provincianos van desde ir a recogernos al aeropuerto, transportarnos a la ciudad, y alojarnos en sus casas, hasta compartir la mesa familiar y preocuparse del éxito en el cumplimiento de los responsabilidades asignadas por el Partido.

Alan García Pérez fue uno de los apristas –en este caso, ex aprista– que recibió tan acogedor tratamiento en sus visitas a las distintas regiones del país en la época de los comicios para la Asamblea Constituyente y, luego, como secretario de organización del PAP y coordinador de la campaña electoral de Armando Villanueva del Campo. Los apristas del Perú profundo entendían que en sus casas estaban recibiendo, primero al candidato a la Constituyente y luego al candidato a diputado y gran esperanza del Partido Aprista. Lo que no sabían los apristas de Puno, de Trujillo, o de Arequipa era que quien estaba llegando a sus hogares era una persona mentalmente enferma, tocada de una delicada psicosis maníaco-depresiva que en determinadas oportunidades lo llevaba a comportarse de manera anormal, irracional e irresponsable.

Es muy importante que se perciba la relación existente entre la enfermedad bipolar que afecta a Alan García y el comportamiento resultante. En los episodios psicóticos de exaltación, agitación y euforia que caracterizan la enfermedad bipolar que padece, Alan García no puede controlar su actividad motora. Su comportamiento pasa a caracterizarse por una elevada e incansable inquietud física. Cual peligrosa criatura salida de una película de horror hollywoodense, García se transforma y cree que el peligro no existe para él. Por sobre todo, cree que no sufrirá consecuencias ni sanción por  sus actos. 

Y es que como muchos otros enfermos bipolares durante momentos de crisis, García Pérez practica sin temor actividades de alto riesgo que le proporcionan satisfacción económica, réditos políticos, o placer sexual. Ordena negociados, se implica en frecuentes indiscreciones sexuales, viola a hijas o esposas de familias apristas, administra coimas y, finalmente, se ríe del país.

Fue a este transformer maníaco-depresivo apellidado García Pérez, a quien, a fines de los años setenta, recibió en la intimidad del hogar familiar el viejo aprista puneño Víctor Urviola. Abusando de la cobertura brindada por su participación en una gira electoral aprista, y seguramente sin haber tomado varios días el tratamiento de litio que tenía prescrito, el psicópata maníaco García Pérez mancilló el hogar aprista que fraternalmente lo había albergado. El asalto y violación ejecutados por Alan García en el hogar aprista Urviola de Puno –como el practicado en el hogar aprista Lozada de Arequipa– tuvieron como consecuencia el nacimiento de una criatura que nunca fue reconocida por su verdadero padre.

Por eso, creo que los lectores coincidirán con el autor en afirmar que si Alan García Pérez desea acusar a algún prójimo político de no haber reconocido a un hijo, primero el propio García debería set the record straight, reconocer al hijo que procreó en Puno –y que nunca reconoció– y desagraviar a la madre y a la familia. No sólo García cometió el delito de asalto y violación contra una joven a la que ilusionó y engañó sino que se aprovechó del APRA para sus fines subalternos.

Algo más: la violación de la joven del hogar Urviola en Puno  –al igual que la violación de la joven del hogar Lozada en Arequipa– presentan a Alan García Pérez como un psicópata maníaco-depresivo cuyos actos criminales –violaciones sexuales, robos del erario público, recepción de coimas, tráfico de influencias, asociaciones ilícitas para delinquir, etc.–son facilitados por la enfermedad bipolar que padece. Alan García debe revelar al país la realidad de su historia médica. En ese momento el Perú se verá en una encrucijada: si confinarlo en una institución de sanidad mental o enviarlo a Piedras Gordas, previo juicio por los diversos crímenes financieros –y de los otros– cometidos a lo largo de su delictiva carrera política.

© César Vásquez Bazán, 2014
Marzo 15, 2014