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DESESPERADO
Por: César Lévano en La Primera del 04/04/13
Alan García demostró ayer que está desesperado por
el escándalo de los indultos y conmutación de penas que otorgó a
narcotraficantes de alto vuelo. No se preocupó por desmentir las revelaciones
expuestas por la Megacomisión que lo investiga y que han sido refrendadas por diversos
medios, los cuales han confirmado que García y sus ministros de Justicia
favorecieron a miles de narcos.
Sobre eso debió pronunciarse y aclarar. Prefirió
escamotear los hechos. Afirmó que las acusaciones de la Megacomisión están
manejadas desde Palacio. Aun si esto fuera cierto, no invalida la gravedad de
su actuación a favor de narcotraficantes.
García no se ocupó, por ejemplo, de Cleto
Carhuapoma Aliaga, a quien él le rebajó la condena en 2010. Resulta que ese
personaje figura en la lista blanca de narcos dada a conocer por el Ministerio
del Interior conjuntamente con la Oficina AntiDrogas de los Estados Unidos.
García pudo sostener que no sabía, que lo engañaron
o que no leyó con atención los legajos de la información. Lo que hizo fue
callarse sobre esa complicidad probada con el negocio más sucio y más criminal
del mundo. Señal de que se sabe culpable.
En suma, el líder aprista no levantó ningún cargo.
Los barajó lanzando acusaciones contra el régimen de Ollanta Humala. Algunas de
éstas plantean problemas reales y dudas razonables –servicio militar, secreto
en las compras militares, probable candidatura presidencial de Nadine Heredia–.
Pero no era ésta la ocasión para que él se despachara sobre esos problemas. Su
deber era esclarecer el asunto de los indultos y de la conmutación de penas.
Esa era la cuestión.
El peso de esa culpa es enorme: 5.246 conmutaciones
de penas, 3.207 de ellas concedidas a traficantes de droga (400 a condenados
por tráfico ilícito de Drogas agravado).
García es un político astuto. Ayer exigió al
presidente Ollanta Humala que se pronuncie sobre el indulto a Alberto Fujimori.
Dijo que “una gran parte del país” está pidiendo ese indulto. Con eso lanzó un
mensaje amistoso a los miembros Fujimoristas de la Megacomisión. Sabido es, por
otra parte, que la cúpula del APRA, encabezada por García, y el Fujimorismo
actúan en una suerte de alianza inconfesada.
Hay una coalición de fondo entre García y Fujimori.
Ambos cargan en su conciencia el asesinato en masa, el robo desenfrenado, la
renuncia a la soberanía del Perú ante las transnacionales y los intereses
extranjeros, particularmente los de Estados Unidos y Chile.
El hombre que ordenó la matanza de El Frontón, el
que vendió a bajo precio los terrenos de la aviación civil y del Ministerio de
Educación, posee una inconmovible caparazón de cinismo. Lo ha vuelto a
demostrar con el malabarismo de ayer.
Una anotación inevitable: el poder mediático se
ejerce ahora a favor de García –y de su ambición
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