Pasó el 21/12/12 y el mundo no llegó al final apocalíptico que, malinterpretando el calendario maya, algunos pronosticaron y muchos ingenuos, aterrorizados, temieron; no obstante, cada día el mundo se acaba debido a, cómo no, la incomparable y vil avaricia de quienes más quieren cada día, arrasando, con la genuflexa complicidad de quien gobierna, el trozo de mundo maravilloso que aún nos queda.Gloso este interesante artículo. Por favor lea y difunda. Gracias.
"Era tan maligna su magrura
que de apetitos y de cebo henchida
era mayor su hambre
cuanto mayor su hartura"
La loba de Guvio en El Infierno de Dante
Fin del mundo
Por:
Luis Miranda en Diario La República del 22/12/12
Sábado,
22 de diciembre de 2012 | 5:00 am
Cuando
Noé se preparaba para el fin del mundo, Dios le envió al Arca una pareja de
animales de cada especie para que su progenie volviera a poblar el planeta. Las
áreas naturales protegidas tienen una misión similar. Que la devastación
provocada por el hombre no termine por extinguir la fauna y flora de algunos
ecosistemas representativos. El fin del mundo está llegando para millones de
seres vivos que la especie humana empuja a zonas que ya no son refugios sino
callejones sin salida.
La
necesidad de los pobres o la avaricia de las empresas arrasan cada día con lo
poco que queda de vida salvaje. Ya no solo es Brasil, cuya jungla ha sufrido
niveles enloquecidos de deforestación, sino cada vez más de nuestro querido
país. Ya sabemos que no quedan machas en el mar ni venados en la costa, una
región que en la época precolombina no fue ajena a los sigilosos jaguares. Pero
en un viaje reciente al corazón de la selva amazónica me dolió saber que los
indígenas deben viajar cada vez más kilómetros selva adentro para conseguir
animales de caza.
Los
mismos animales están cambiando. Se saben acorralados por una fuerza que no les
da tregua. Hemos sabido que existen fuertes presiones para mutilar el
territorio de la reserva de Sierra del Divisor, que comparten Ucayali y Loreto,
cuya categorización como parque nacional viene siendo demorada por intereses
que desean antes la extracción de hidrocarburos que la preservación del
paisaje, la vida silvestre y los seres humanos no contactados que allí moran.
La selva
dejó de ser el laboratorio natural de vida para convertirse en un almacén de
materias primas. Ganaríamos mucho más atrayendo viajeros interesados en
contemplar su entramado maravilloso. Seríamos los dueños de las Arcas que sí
importan, las de la supervivencia, el país de las áreas naturales que el mundo
citaría con esperanza.