sábado, 28 de mayo de 2011

Cipriani, el Padre Pata y la Libertad

Excelente artículo de Gonzáles Viaña. Lea y difunda.

Por Eduardo González Viaña, tomado de: PARA LEER Y ESCUCHAR: http://www.elcorreodesalem.com/archives/602

En uno y otro lado del mundo, por televisión, se exhibían anoche como noticias pintorescas algunas misas celebradas el último domingo en el Perú. Por obvio mandato del cardenal Cipriani, esas ceremonias hacen propaganda solapada de Fujimori y prácticamente condenan al infierno a uno de los escritores peruanos más eminentes de nuestra historia, Mario Vargas Llosa.


Mientras las veía, se me ocurrió pensar en el padre Pata. ¿Lo recuerdan ustedes? Su imagen aparece en las “Tradiciones peruanas” de Ricardo Palma. Aunque el concepto de los derechos individuales no existía por entonces, sí tenían sentido expresiones como civilización y humanidad. El sacerdote en cuestión, cuyo verdadero nombre era Matías Zapata, pensaba al igual que Cipriani que todo aquello era una... estupidez.

Las torturas bestiales de la inquisición, los azotes, el cepo, la hoguera a fuego lento y leña verde, la rueda para despedazar poco a poco o el serrucho que partía lentamente el cuerpo de sus víctimas para que sufrieran más eran justificados métodos cristianos para ese tipo de hombres que se hacían llamar hombres de Dios.

En 1821, el padre Zapata era párroco de Chancay, y usaba del púlpito para condenar cada domingo al movimiento patriota por la independencia. En los primeros meses de ese año, decidió prohibir a los fieles que llamaran San Martín al libertador argentino.

"El nombre de San Martín es por sí solo una blasfemia, y está en pecado mortal todo el que lo pronuncie... ¿Qué tiene de santo ese hombre malvado?... Confórmese con llamarse sencillamente Martín, y le estará bien por lo que tiene de semejante con el pérfido hereje Martín Lutero."

“Sabed, pues, hermanos, que declaro excomulgado a todo el que gritare ¡viva San Martín!”

Como todos lo sabemos, luego de desembarcar en Pisco, las fuerzas patriotas ocuparon Huacho y Chancay. Por ello, junto a un grupo de presos realistas, Fray Zapata fue conducido a la presencia del excomulgado San Martín, o según él, Martín a secas.

Seguro de que se hallaba frente a uno de esos soldadotes a los que admiraba, aquellos que habían descuartizado vivo a Tupac Amaru y antes habían hecho cortar la lengua de los hijos del cacique, el padrecito comenzó a temblar de nervios y apenas si pudo hilvanar la excusa de que había cumplido órdenes de sus superiores, y añadir que estaba llano a predicar devolviéndole el “san”, la sílaba del apellido que le había quitado a San Martín.

El santo de la espada le contestó sonriente: "No me devuelva usted nada, pero sepa usted que yo le quito también la primera sílaba de su apellido, y no se le ocurra a usted firmar Zapata porque desde hoy no es usted más que el padre Pata. Y téngalo muy presente, padre Pata.”… Y se cuenta que desde entonces no hubo en Chancay ningún documento parroquial que no llevase por firma "Fray Matías Pata”.

El padre Pata de nuestro tiempo era obispo de Ayacucho cuando el general Noel convertía el cuartel en un infernal centro de torturas y luego en un poblado cementerio. Todas las veces que las esposas, las hijas o las madres de las víctimas acudían al hombre de sotana en busca de compasión, aquél las despedía iracundo murmurando que los derechos humanos eran una... estupidez.

El padre Pata de hoy guardó mutismo cuando un grupo de personas, entre ellas un niño de ocho años, fueron acribilladas en una pollada de Barios Altos en Lima o cuando diez universitarios y su profesor fueron atormentados y luego quemados cerca de la carretera a Chosica. Por fin, cuando 300 mil mujeres fueron castradas, el padre Pata miró hacia otro lado.

En setiembre del 2001, un cuarto de siglo después del golpe de Estado que dio comienzo a la dictadura, y ante cien mil fieles de todo el país, la Iglesia argentina pidió perdón a Dios “por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de sus hijos en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación…”. Es un ejemplo que no ha seguido la Iglesia del Perú.

Un día fue extraditado, juzgado y condenado el hombre que había saqueado la caja de pensiones de los policías, vendido la ropa de segunda mano enviada por japoneses para los pobres, desvalijado la hacienda pública y ordenado mil crímenes abominables. En ese momento, el padre Pata alabó sus dones de gobernante, le quemó incienso, lo justificó. Ahora, está haciendo todo lo que puede para lograr que Fujimori salga de su celda y vuelva al poder.

Al igual que en todo el país, en Madrid, en París, en Roma, en Nueva York, los peruanos nos estamos movilizando para cortarle el paso a Fujimori y para impedir que vuelvan los tiempos de la barbarie.

Tenemos diferentes ideologías políticas, y muchos entre nosotros no las tienen en absoluto, pero creemos que la civilización y los valores humanos son superiores al derecho de las bestias. Por todo eso, nos movilizamos, escribimos, usamos de las redes sociales y multiplicamos nuestros mensajes. No nos olvidamos que en Egipto un pueblo desarmado pudo derrotar de esa manera a un tirano que se erguía al frente de uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

En los partidos políticos, cuando los líderes se pliegan al fujimorismo, el pueblo no les obedece como se da en el caso del APRA. Como se sabe, uno tras otro, decenas de comités apristas y militantes de base se van juntando a la marcha contra la barbarie. Los anima el recuerdo de los mártires, la honestidad de Víctor Raúl y su prédica rebelde.

El pueblo del Perú es en su mayoría cristiano, pero las ovejas siguen a un pastor, y de ninguna forma al secuaz de un carnicero. Hay ejemplos de buenos pastores en el continente. San Arnulfo Romero, en El Salvador, por ejemplo, o los miles de sacerdotes pobres que en los más alejados villorrios de la patria sirven a nuestro pueblo.

El cardenal ataca a Vargas Llosa porque quiere pasar a la eternidad o convertirse en uno de sus personajes, pero se ha equivocado. No ha servido al Chivo sino al Chino. Y nadie va a ponerle un sobrenombre, pero le vamos a pedir que otra vez no meta la pata, padre…Cipriani.

Alguien ha dicho que la libertad no hace felices a los hombres; los hace sencillamente hombres. La libertad no es un bien transmisible gratuitamente. Es un bien que se conquista. Y nosotros vamos a conquistarlo. Votaremos por Ollanta.

viernes, 27 de mayo de 2011

LA VIEJA INDECENCIA

Excelente artículo de un gran periodista para reflexionar en este momento crucial para nuestro país.

Por: César Hildebrandt

El único mérito que puedo concederme en esta vida moteada de algunos éxitos y muchos fracasos, en esta carrera ingrata que me eligió, en este oficio artesanal de tratar de encontrar la verdad que a pocos importa y las mentiras que ya no escandalizan, el único mérito que me concedo, digo, es no haber cedido a la tentación del medio: resígnate, así es el Perú, tolera lo que todos, créeles a los idiotas de la derecha, a los que hacen negocios turbios y a la vez editorializan en relación con “los valores de la democracia” (cuando la verdad es que se zurran en ella y en lo que significa).

Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau. Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.

–Nada puedes hacer, esas son las reglas– susurra el aire tóxico de Lima.

–Esto no lo ha cambiado nadie– remacha una sombra, la sombra de lo que pudiste ser.

Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar.

Porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo.

Porque, en fin, siendo un viejo creyente del agnosticismo siempre he pensado que Jesucristo fue un hombre revoltoso asesinado por el orden imperante. Y que sin la rebeldía de Cáceres habríamos detenido nuestra historia en el mísero Iglesias. Y que sin la rebeldía de De Gaulle los franceses habrían tenido que arrastrarse junto a Petain, ese gran derechista pro nazi.

Mi generación ha fracasado. Pudimos tener a un refundador del país y construimos a García. Pudimos tener a un inconforme consagrado por las multitudes, a alguien que estuviese más impulsado por el amor que por el odio, pero nos detuvimos en Robespierre y en sus encarnaciones criollas.

Pudimos tener un país y lo que permitimos fue un mall. Ahora la pelota está en el tejado de los jóvenes. De ellos dependerá que este país cambie de verdad.
Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo.
Hablamos bajito cuando los incas podían desollarte. Y más bajito cuando los españoles te podían trocear. Y todavía con murmullos cuando fuimos libres de boca para afuera pero súbditos de los sucesivos caudillos que creían que el Estado era un bien raíz y una chacra para los amigotes. Así fuimos haciendo esta gran Aracataca. Macondo hicimos.

Pensar era –y es– una anomalía. Disentir, una provocación. Rebelarse, una extensión de la locura. En un país dominado por la injusticia hablar de la injusticia te podía costar El Frontón. Y luchar contra ella, la vida.

Frente a un Túpac Amaru hubo cien Piérolas creando sus propios califatos. Porque el miedo a la libertad no es solo el título de un libro de Fromm. Es la consigna que la derecha le ha impuesto al Perú. Está en su escudo desarmado y en sus genes vendedores mayoristas de su propio país.

Todos roban –te dicen–. Y eso es casi una invitación a robar. Porque si todos roban, ya nadie roba.

–Aquí no hay castigos ni recompensas, todo se olvida– te muelen repitiéndolo. Y eso es otra incitación a la impunidad.

Lo criollo es también esta salsa espesa de quietud egoísta. Las verdaderas tradiciones peruanas no son las de Ricardo Palma: son decir sí y estar en la foto.

¿Exigir cambios? Eso es –dicen los que cortan el jamón y los idiotas de sus services– de chavistas, rojos, perfeccionistas, amargados y renegones. En el Perú la ira de los pobres se combate con misas o balazos y hay un estoico agazapado en cada futuro, detrás de la maleza de los días. Y cuando estemos lo suficientemente ablandados, vendrá el tiro de gracia. Y cuando venga el tiro de gracia, cuando ya no pienses sino en ti mismo y bailes solo en la loseta ínfima que te asignaron, ese será el día final de tu hechura: serás uno de ellos. Hablarás como ellos, maldecirás como ellos, venderás como ellos. Y, sobre todo, harás lo que ellos: negar al otro y sólo reconocerte entre los tuyos.

Que los jóvenes aprendan la lección. Nada cambiará si no matamos la resignación.

Porque la democracia no consiste en votar de vez en cuando. Consiste en ejercer la libertad a cada rato.

Los esclavos no aman la libertad –esa es una mentira altruista–. Solo los libres pueden amar la libertad y defenderla.

La mansedumbre no es madurez sino derrota. El aguante es la amnistía crónica. La docilidad es lo que se les exigía a los negros carabalíes embarcados a la fuerza en el puerto de Macao. La libertad no mata. La paciencia es una mentira teologal que contradice a Cristo y que Cipriani aplica en cada hostia. Cristo fue impaciente. La vida es una ráfaga impaciente.

Los peruanos no nacimos un día en el que Dios estuvo enfermo, como decía Vallejo de sí mismo. Naceremos el día en que sepamos apreciar el vértigo creador de la palabra desacato. El desacato no es el caos. Caos es lo que vendrá cuando las presiones sociales, contenidas por el plomo y la mentira, revienten otra vez.

Y ahora sería un magnífico desacato, un descomunal acto de rebelión democrática o dejarse engatusar por quienes quieren, en el colmo de la indignidad, que premiemos a la hija de un ladrón y asesino –ladrona ella misma al gozar del dinero robado– con la presidencia de la República.

Y todo por cerrarle el camino a un señor que quiere cambiar algunas cosas. Solo algunas cosas. Un señor al que la experiencia ha moderado y que se ha comprometido a no hacer experimentos anacrónicos. Pero que sí quiere que las mineras paguen lo que deben, que los impuestos sean más directos, que los viejos estén menos desamparados, que haya menos hambre y que la pobreza rural se atenúe todo lo que se pueda sin desbaratar la economía. Y que quiere también que el gas peruano abastezca primero a los peruanos y que los grandes proyectos de exploración y explotación de la minería y del petróleo se concilien con los intereses nativos y las normas ambientales que no se están cumpliendo.

La derecha quiere volver a demostrarnos que siempre gana. Presentó cuatro candidatos –cuatro variaciones de la misma melodía: Castañeda, Toledo, PPK y K. Fujimori– y los cuatro perdieron. Ganó un hombre gris que propuso algunos cambios. Y lo peor: sale la primera encuesta pos primera vuelta y el hombre sin demasiados atributos ¡sigue ganando! Y sigue ganando porque Lima, este espanto, no es el Perú. Porque el gobierno de Las Casuarinas está en crisis. Porque el modelo García, una combinación de Caco con Friedman, drena sanguaza.

Entonces, la derecha propone liquidar, de una vez y para siempre, esta pesadilla que aturde al dólar, baja las acciones, hace chorrear el rímel. Para eso están su tele, su radio, sus periódicos. Y se deciden por lo previsible: la campaña del terror.

Solo el terror podrá salvarlos. Porque saben que su prontuariada candidata es impresentable aun para 75 por ciento de peruanos.

Lo único que cabe, entonces, es bombardear al incómodo reformista con todos los B-52 de la calumnia, el rumor, la mugre, la idiotez que los cándidos pueden propagar. El propósito es el homicidio político del hombre que propone algunos cambios. Y los muertos no pueden ganar elecciones.

Hablan de intromisión extranjera los que quisieran anexarse a los Estados Unidos o al Chile potente que sus tatarabuelos dejaron entrar con su cobardía y su desunión. Denuncian que la libertad de prensa peligra quienes despiden a periodistas que se niegan a sumarse al lodo de la campaña contra Humala. Y advierten que el empleo está amenazado quienes han creado la mayor cantidad imaginable de empleos basura y services explotadoras.

Y a todo esto le llaman “elecciones democráticas”. A ensuciar la inmundicia le llaman “debate”. Y no tienen problema alguno bancando a una candidata indecente. Ellos representan la vieja indecencia de las encomiendas, las ladronas leyes de consolidación, el festín del guano. La señora K. Fujimori les cae como anillo al dedo

martes, 24 de mayo de 2011

Carta de escritores peruanos

Un deber difundir este llamado
Desde distintos lugares del Perú y del mundo y también desde diferentes posiciones ideológico-políticas, los escritores del Perú unen su voz contra el pasado oscuro que debemos sepultar pero no olvidar para evitar que se repita



CONTRA EL REGRESO DEL FUJIMORISMO Y A FAVOR DE LA DEMOCRACIA

Quienes suscribimos esta carta expresamos nuestro enérgico rechazo ante la amenaza que, contra la democracia y la libertad de los peruanos, supone la posible resurrección de la dictadura fujimorista.

El régimen de Alberto Fujimori marcó el periodo más siniestro en la historia de nuestros gobiernos republicanos. Fue una década criminal cuyas funestas consecuencias no debemos olvidar, relativizar ni pasar por alto. En los últimos años, el mayor triunfo de la democracia peruana ha sido el rechazo a esa dictadura, el procesamiento judicial de sus líderes y el castigo legal a los innumerables delitos y crímenes contra la humanidad que cometió. El Perú debe rechazar una vez más la impunidad y reforzar su fe en una democracia con justicia para todos y con posibilidades de progreso dentro de un orden legítimo.

Los escritores que firmamos esta carta venimos de lugares muy distintos del espectro político peruano y tenemos ideas divergentes sobre cómo debería ser el manejo económico y social del Perú. Creemos, sin embargo, en el valor de la libertad, el rechazo a la criminalidad y a la violencia de estado, la defensa del orden legal y el respeto a los derechos humanos. Pensamos que estos son cimientos cruciales para la construcción de una nación justa y solidaria.

El candidato presidencial Ollanta Humala ha jurado públicamente defender esos principios. Creemos que nuestro deber en este momento es escuchar ese juramento y que nuestra obligación inmediatamente posterior será vigilar su cumplimiento. El presente nos ha dejado con esa alternativa que es la vía válida de oposición a la reinstauración de la dictadura.

La democracia es el ejercicio de una negociación: todo gobierno debe escuchar a su sociedad civil. La sociedad civil tiene el deber de guiar a su gobierno, hacer sentir su poder y su mandato y fiscalizar su rectitud. Pero esa negociación sólo es posible cuando el poder lo ocupa un movimiento político. El crimen está fuera de ese espectro: no se negocia con quienes han abandonado la política y han elegido la criminalidad.

Por estas razones, los abajo firmantes llamamos a la sociedad a mantener su poder de representación, rechazando el regreso de la dictadura y solidificando, mediante el voto por Ollanta Humala, con una actitud activa y vigilante, nuestro orden democrático. El nuestro es un llamado esperanzado y optimista a la unidad nacional: este 5 de junio, los peruanos debemos defender, a través de un voto responsable y cívico, nuestra dignidad, nuestra libertad y nuestra democracia.

Atentamente,

Mario Vargas Llosa DNI: 06625243

Miguel Gutiérrez Correa DNI: 06117054

Abelardo Oquendo Cueto DNI 07774567

Rodolfo Hinostroza DNI: 06644071

Alfredo Bryce Echenique DNI: 10840740


Fernando Iwasaki DNI: 06517306

La democracia es el ejercicio de una concertación

Daniel Alarcón DNI: 46678140

Santiago Roncagliolo DNI: 10264193

Diego Trelles Paz DNI: 10770076

Gabriela Wiener Bravo DNI: 10141561

Roger Santiváñez DNI: 08104162

Carlos López Degregori DNI 07770757

Ricardo Sumalavia DNI: 25564248

Gustavo Faverón Patriau DNI: 09297955

Juan Carlos Ubilluz DNI: 25728798

Miguel Ildefonso DNI: 07466249

Emilio Bustamante DNI: 10811698

Juan Manuel Robles DNI: 40037861

Luis Hernán Castañeda DNI: 41308217

Jorge Eduardo Benavides Pasaporte: 0426237

Carlos Yushimito del Valle DNI: 07525367

Alfredo Pita DNI O6519037

Rosina Valcárcel DNI: 07330070

Martín Guerra Muente DNI: 07535897

Olga Rodríguez Ulloa DNI: 41898752

Andrea Cabel García DNI: 41624669

Maurizio Medo DNI: 06026716

José Carlos Yrigoyen DNI: 10273153

Eduardo González Viaña DNI: 18172685

Victoria Guerrero DNI: 09645644

Jaime Rodríguez DNI: 104349

Jorge Eslava DNI: 25680876

Max Palacios DNI: 07877452

Alexis Iparraguirre DNI: 08157171

Ezio Neyra MagagnaDNI: 40762566

Rodolfo Ybarra DNI: 09441432

Juan Cristobal DNI: 08705429

Félix Terrones DNI: 40730345

Carlos Dávalos DNI: 10278109

Otilia Navarrete DNI 08809979

Walter Lingán DNI: 23522780

José Antonio Galloso DNI: 09868715

Luis Freire Sarria DNI: 06628179

Gustavo Rodríguez DNI: 07864321

Percy Encinas C. DNI: 08266219

Grecia Caceres DNI: 09817275

Cecilia Podestá DNI: 41028393

José Güich RodríguezDNI: 07272400

Harold Alva Viale DNI: 80654533

Giancarlo Stagnaro DNI: 10003659.

Richard Parra DNI: 07507025

Ernesto Escobar Ulloa DNI: 09867828

Claudia Arteaga DNI: 42500425

La democracia es el ejercicio de una concertación

Bernardo Rafael Álvarez DNI 25486055

Julio Carmona DNI 02874377

jueves, 19 de mayo de 2011

DESARROLLO SOSTENIBLE DESDE NUESTROS PRINCIPIOS

Que quienes de alguna manera representan parte de la reserva moral de nuestra Patria estén angustiados pensando que el candidato que representa la potencial lucha contra el flagelo de la corrupción y la indecencia, pueda perder las elecciones presidenciales el próximo 05 de Junio; que casi el 50% de peruanos estén optando por el premio a los delincuentes, a aquellas personas que pueden sacrificar los sentimientos más nobles (el amor a la madre por ejemplo) por el disfrute de una cuota de poder y de bien estar material, adormeciendo con esto su conciencia; que los medios de información en afán crematístico, es decir de la pura ganancia metálica, se olviden de los principios democráticos que deben inspirarlos y apoyen el empoderamiento de la pus moral; que el 18% o más de nuestros electores, no pueda decidir por quién votar porque ha olvidado o nunca aprendió que hay dos mandamientos imperativos en el decálogo de Moisés (no robarás; no matarás), solo significa una cosa:


Amén del floro que pueda endilgarnos el todavía presidente de la república, uno de los peores, (el tal García); de las cifras en azul que a muchos deslumbran y, porqué no, embrutecen, debemos concluir que somos un país que persiste en seguir siendo SUBDESARROLLADO, y sobre todo, asistimos a la constatación de aquello que advirtieron muchos cuando el delincuente que hoy purga condena en la DIROES dio el paquetazo en Agosto del 90: “será responsable – se dijo - del subdesarrollo mental de los futuros ciudadanos porque la deficientísima alimentación del paquetazo hará de los niños de hoy personas con serias limitaciones intelectuales en el futuro mediato e inmediato”.

Allí estamos. Muchos de los jóvenes que hoy no tienen capacidad para discernir entre el bien y el mal que nos jugamos en esta elección son producto de la política de ajuste que aplicó el delincuente y que hoy está aprovechando para volver a gobernar. ¿Qué duda cabe?.

A ellos, a los limitados intelectuales por culpa del delincuente, los podemos declarar inimputables. A los otros, a los que tienen plena conciencia de lo que hacen, pero calculan en cuanto se afectarán sus pingües ganancias, habremos de declararlos traidores a la Patria y habremos de construirles una celda moral, junto a la del delincuente, para recordarles lo pútrido que puede llegar a ser un “intelectual” cuando se corrompe. Sí, porque su forma de actuar es de los que adulan y se prestan a vivir con y en la corrupción. La elección, peruano, no es entre dos opciones ideológicas que requierean discernimiento. La elección es entre la pus moral y una posibilidad que podemos construir concertadamente los peruanos decentes

El 05 de junio los peruanos de verdad emitiremos un voto consistente con nuestra conciencia y nuestros principios, porque queremos que nuestro país inicie el camino al desarrollo y éste, necesariamente debe empezar sin “faenones”, con el convencimiento que la plata no llega sola y con la absoluta certeza que no se puede premiar a los delincuentes, salvo con una oportunidad para reinsertarse en la sociedad después de haber cumplido la sanción que les fue impuesta.