miércoles, 1 de agosto de 2012

Pobladores exigen médicos toxicólogos después de derrame

Por considerarla información de gran importancia para sensibilizar a la población acerca del letal peligto de los mineroductos consigno esta información en mi blog. Por favor lea y difunda.

Grave.

Publicado en Diario La República

Impacto. Personal de Antamina, debidamente equipado para protegerse de contaminación, limpia los lodos tóxicos en una zona cercana al río Fortaleza.
Impacto. Personal de Antamina, debidamente equipado para protegerse de contaminación, limpia los lodos tóxicos en una zona cercana al río Fortaleza.

 
Desde el accidente en mineroducto de Antamina, 140 personas son atendidas con síntomas de envenenamiento.
Beatriz Jiménez.
Santa Rosa, Áncash.


Cuando a las 9 de la mañana del 25 de julio explosionó la válvula de la estación VS1 del mineroducto de Antamina, la madre gestante Nancy Damián Ribera cargaba a su bebé de año y medio a la espalda mientras ataba a un eucalipto a unos corderos, a escasos 10 metros de la zona siniestrada.
Tras la detonación, los lodos con concentrado de cobre fueron propulsados a 7 metros de altura según los testimonios dados a La República por pobladores de la comunidad de Santa Rosa, en el distrito de Cajacay, que viven junto al mineroducto de la empresa minera Antamina.
Nancy Damián corrió cerro abajo con su bebé a cuestas hasta la carretera Pativilca-Huaraz, pero no logró escaparse de los gases tóxicos. Cuando llegó a su vivienda, la más cercana a la válvula de Antamina, desvariaba y sufría fuertes mareos y vómitos. Poco después Nancy presentaría sangrado nasal y quedaría inconsciente, con suero, en la pequeña posta médica de Santa Rosa, según relata su esposo. Su bebé, al estar cobijado en la manta a su espalda, estaba estable.

GIGANTE NUBE TÓXICA
La nube tóxica se extendió y afectó las viviendas cercanas. Mientras, un grupo organizado de campesinos cargando sus lampas corrió hasta la válvula para evitar a toda costa que el lodo con altos concentrados de cobre alcanzara el río Fortaleza, a unos 50 metros cerro abajo. Tito Damián Vergara, quien trabajó hace 12 años en la construcción del ducto y conocía las instalaciones de la válvula, guió al valiente grupo. Como buenamente pudieron, lograron desviar los relaves a una pequeña piscifactoría abandonada junto a la orilla del río, que logró contener los concentrados de cobre y evitó un drama mayor para los 600 regantes del río Fortaleza.

EMERGENCIA SANITARIA
Sin embargo, el contacto directo con las sustancias tóxicas les está pasando una costosa factura. Según el parte policial de la comisaría de Cajatay, la válvula rota estuvo emanando gases y lodos tóxicos desde las 9 hasta las 11.40 de la mañana. En total, 140 personas de las algo más de 200 que viven en Santa Rosa han sido atendidas en la posta con el apoyo de personal médico de la microrred de salud de Cajacay, según informó la Diresa.
Entre las primeras evacuadas a la Clínica San Pablo, en la ciudad de Huaraz, estuvieron las madres gestantes, entre ellas Nancy y su bebé, ya que los concentrados pueden producir malformaciones congénitas. Según la microrred de salud, 9 afectados fueron evacuados a la clínica privada de Antamina con síntomas de intoxicación.
Entre los afectados en Santa Rosa se encuentra el propio personal de salud, que a pesar de portar mascarillas sufrió problemas respiratorios, vómitos y diarrea, según nos narran en la posta médica de Cajacay, distrito de la provincia de Bolognesi, en Áncash.
En la reunión celebrada el lunes 30, los pobladores de Santa Rosa, Antamina, la Defensoría del Pueblo y autoridades de salud y medio ambiente acordaron que un equipo de toxicólogos será trasladado a Santa Rosa para evaluar a los afectados. En esa misión, el Dr. Alejandro Ortega Aljovín, jefe del centro de salud de Cajatay, se encuentra desde ayer en Lima.

LIMPIEZA DE RESIDUOS CONTINÚA
La desconfianza hizo que los pobladores no permitieran a Antamina comenzar las labores de limpieza hasta la llegada de las autoridades.
Tras un acuerdo inicial, el 28 de julio, comenzaron los trabajos de limpieza de los residuos –de un color verde brillante– que aún son visibles en las cunetas de la carretera a Huaraz.
La comunidad convive con más de 50 operarios de empresas contratistas de Antamina, que con trajes blancos de plástico, guantes especiales, botas de jebe y mascarillas llenan sacos y más sacos con los residuos que los pobladores, días antes, tocaron por desconocimiento con sus propias manos.
Las tareas abarcan, según pudimos comprobar, un radio de acción de unos 100 metros alrededor de la válvula accidentada y son supervisadas de cerca por funcionarios del Ministerio del Ambiente.

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